Rozando con los dedos la navidad, viendo la musiquilla hortera del El corte Inglés de Plaza Catalunya y a Gemma Mengual nadar entre cava, no puedo evitar acordarme de los personajes singulares que pueblan la Navidad.
Hoy en mi universidad he visto a una chica que hacía promociones publicitarias disfrazada de elfo azul, y con cara de “que conste que solo me visto así xq cobro a cambio y necesito es dinero, así que dejad de mirarme, cabrones”, y me he acordado de aquella tarde de primero de bachillerato, en la que decidimos pasear por dos centros comerciales haciéndonos fotos con cualquier ser humano escondido detrás de un disfraz publicitario y navideño que encontrásemos. El resultado: siete fotos en menos de dos horas, que iban desde un Papá Noel verde hasta un duende con unas mayas demasiado apretadas como para hacer imposible la tarea de verlas sin reírse y una cara de yonki que le delataba. Demasiados bastoncillos de azúcar, eh picarón?
Inventados por la Coca-Cola, por Hollywood, o simplemente por las mentes ávidas de originalidad de la asociación de comerciantes del barrio, las personas que aprovechan el filón de la navidad para embutirse en un traje llamativo alegran y distraen el aparentemente inexistente tedio navideño. Hoy, cuando salgáis de casa, mientras caminéis por la calle, fijaos en la de elementos curiosos como estos que están allí sin que los veas o repares en ellos (como Pascual Funciona). Sobretodo si, movidos por ese orgullo de pertenecer a la masa imbécil, vais por las zonas más comerciales. Y es que este tipo de seres-anuncio son como los colegios en Sarrià: das un golpecillo a una piedra y aparecen 15. y, si les miráis, sonreídles, seguro que os devuelven la sonrisa (o eso un “que coño estás mirando, gilipollas?).
viernes, 12 de diciembre de 2008
jueves, 4 de diciembre de 2008
frío, tequila y turrón suchard

Esta foto la hice el sábado pasado en Budapest. Me gusta porque es bastante navideña, me evoca frío, con la nieve y esos edificios tan europeos que no existen por estos parajes donde vivimos y que tanto me gustan. Me gusta el frío, me gusta salir de casa y notar esa sensación que es como una suave bofetada en la cara, o arrebujarme dentro del abrigo y caminar rápido para que yo no forme parte del ambiente helado que hay a mi alrededor. Me gusta especialmente en diciembre y en navidades. Eso si, me gusta como el tequila, en dosis pequeñas, y si puede ser combinado con algo que lo suavice, mejor que mejor.
El frío me harta bastante cuando ya se acaban las navidades. No sé, como que pierde la gracia. Enero y febrero son los meses del año que menos me gustan, y por tanto, los que más lentos me pasan. Cuando por fin llega marzo, deseo como una loca que llegue el calor. Ah, el calor! Como lo hecho de menos. Eso si que mola, el verano, los días de calor en que no se hace de noche hasta las diez!! En los meses de verano todo se atrasa un poco: la mañana empieza a las 12h (a veces de resaca) y se alarga hasta las cuatro, cuando se come. La tarde es de cinco a diez, y la cena poco después. A medianoche se podía decir que empieza la vida noctámbula, que se alarga hasta que amanece. Y venga, luego a dormir un rato. Eso si, con el ventilador cerca.
Mientras espero que vuelvan esos días (tardarán en llegar y se irán pronto) me quedo con las noches frías que empiezan a las cinco de la tarde y que duran casi 12 horas. Que si, son un coñazo, pero nos dejan bonitas fotos como estas. Además, el turrón Suchard nos alegra la vida mientras dure el frío. Conocéis a alguien que coma Suchard en verano? Dios, eso debería estar sancionado…
El frío me harta bastante cuando ya se acaban las navidades. No sé, como que pierde la gracia. Enero y febrero son los meses del año que menos me gustan, y por tanto, los que más lentos me pasan. Cuando por fin llega marzo, deseo como una loca que llegue el calor. Ah, el calor! Como lo hecho de menos. Eso si que mola, el verano, los días de calor en que no se hace de noche hasta las diez!! En los meses de verano todo se atrasa un poco: la mañana empieza a las 12h (a veces de resaca) y se alarga hasta las cuatro, cuando se come. La tarde es de cinco a diez, y la cena poco después. A medianoche se podía decir que empieza la vida noctámbula, que se alarga hasta que amanece. Y venga, luego a dormir un rato. Eso si, con el ventilador cerca.
Mientras espero que vuelvan esos días (tardarán en llegar y se irán pronto) me quedo con las noches frías que empiezan a las cinco de la tarde y que duran casi 12 horas. Que si, son un coñazo, pero nos dejan bonitas fotos como estas. Además, el turrón Suchard nos alegra la vida mientras dure el frío. Conocéis a alguien que coma Suchard en verano? Dios, eso debería estar sancionado…
martes, 2 de diciembre de 2008
empiezo por el principio
Hoy estreno blog. La verdad es que se veía venir. La causante de esto fue Sonia. Una noche, en que yo llevaba tres birras de más y ella dos de menos (o quizás una tarde en que yo me había tomado dos cafés seguidos y ella un chocolate caliente) tuvimos la siguiente conversación:
-me he hecho un blog
-ultimamente todo el mundo se lo hace, que esta pasando?
-hazte uno
-puede que si…
Y esa incertidumbre se ha resuelto hoy.
Debo decir que soy bastante dada a participar en los elementos sociales de Internet. Tengo mi fotolog, my space de msn (que no toco desde que tenía 15 años, está allí para recordarme que tengo un pasado oscuro), mi Facebook, y ahora, mi blog. Pero este es el primer elemento social vía red al que le pongo un nombre pensado.
En realidad queria que se llamase “nada se olvida” pero no me ha dejado. Cosas del overbookung supongo. Asi que, después de probar mil opciones, me quedo con esta.
“Nada se olvida” es una canción de Nubla. No es una gran canción. Pero tiene un bonito significado para mi: es la banda sonora que puse al último momento en que fui realmente feliz. Me explico: el jueves pasado fui a ver a mi amiga Anna, que está estudiando temporalmente en Budapest. Llevaba desde las 5 de la tarde en aeropuertos y en aviones, ya que había cogido un vuelo con escala en Münich porque salía más barato. A las 23.30 llegué por fin a Budapest. Cuando recogí mi maleta (después de pasarlo, fatal, tengo un pavor horrible a perder las maletas cuando voy en avión) salí de allí lo más rápido posible y busqué un taxi. Enseñé al taxista un papelito con el nombre de la calle, compuesto de 40 letras, 50 de ellas consonantes, y me metí en el coche. El termómetro decía que estábamos a 3 grados bajo cero. El día anterior había nevado, ya me lo había dicho Anna, y los tejados que poco a poco fuimos avistando estaban blancos. Me puse el ipod, para relajarme. El aleatorio canciones puso “nada se olvida”. Allí, en el taxi, dejando que la suave voz de Nubla me acariciase la mente, resguardada del frío, viendo la nieve, en otro país (cosas que me pone de muy buen humor) y sabiendo que en unos minutos vería a mi amiga del alma a la que tanto había echado de menos, pensé “Coño, soy feliz”.
Aparte de ese momento, el título de la canción va a simbolizar este blog. Pondré aquí mis paranoias, para quien las quiera leer, pero sobretodo para mi misma. Para que, tal como me pasa con el Space del msn, cuando de aquí unos años lo mire, sonreiré, me avergüenzaré (o me enorgulleceré) de mi misma y piense “realmente, nada se olvida, o no quiero que se olvide”.
-me he hecho un blog
-ultimamente todo el mundo se lo hace, que esta pasando?
-hazte uno
-puede que si…
Y esa incertidumbre se ha resuelto hoy.
Debo decir que soy bastante dada a participar en los elementos sociales de Internet. Tengo mi fotolog, my space de msn (que no toco desde que tenía 15 años, está allí para recordarme que tengo un pasado oscuro), mi Facebook, y ahora, mi blog. Pero este es el primer elemento social vía red al que le pongo un nombre pensado.
En realidad queria que se llamase “nada se olvida” pero no me ha dejado. Cosas del overbookung supongo. Asi que, después de probar mil opciones, me quedo con esta.
“Nada se olvida” es una canción de Nubla. No es una gran canción. Pero tiene un bonito significado para mi: es la banda sonora que puse al último momento en que fui realmente feliz. Me explico: el jueves pasado fui a ver a mi amiga Anna, que está estudiando temporalmente en Budapest. Llevaba desde las 5 de la tarde en aeropuertos y en aviones, ya que había cogido un vuelo con escala en Münich porque salía más barato. A las 23.30 llegué por fin a Budapest. Cuando recogí mi maleta (después de pasarlo, fatal, tengo un pavor horrible a perder las maletas cuando voy en avión) salí de allí lo más rápido posible y busqué un taxi. Enseñé al taxista un papelito con el nombre de la calle, compuesto de 40 letras, 50 de ellas consonantes, y me metí en el coche. El termómetro decía que estábamos a 3 grados bajo cero. El día anterior había nevado, ya me lo había dicho Anna, y los tejados que poco a poco fuimos avistando estaban blancos. Me puse el ipod, para relajarme. El aleatorio canciones puso “nada se olvida”. Allí, en el taxi, dejando que la suave voz de Nubla me acariciase la mente, resguardada del frío, viendo la nieve, en otro país (cosas que me pone de muy buen humor) y sabiendo que en unos minutos vería a mi amiga del alma a la que tanto había echado de menos, pensé “Coño, soy feliz”.
Aparte de ese momento, el título de la canción va a simbolizar este blog. Pondré aquí mis paranoias, para quien las quiera leer, pero sobretodo para mi misma. Para que, tal como me pasa con el Space del msn, cuando de aquí unos años lo mire, sonreiré, me avergüenzaré (o me enorgulleceré) de mi misma y piense “realmente, nada se olvida, o no quiero que se olvide”.
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