Los primeros días están siendo de confusión, hay gente que todavía no se ha enterado y se queda parada a unos metros de la salida, en el andén o en las escaleras, pensando durante unos segundos qué hacer, si aceptar la multa que le puede caer o barajar posibilidades de escapatoria. Otros ponen el billete con la zona equivocada, a veces conscientes de ello, otras simplemente por desconocimiento, y la máquina chivata chilla llamando a un revisor para que inmediatamente el usuario pague por su atrevimiento, lo que hace que la gente se pare y molesten al resto de la cola. Pero poco a poco ya vamos aceptando que hay que picar para salir, ahora la gente ya saca su billete un poco antes de bajar del tren y lo tiene preparado a la salida, con tal de agilizar las colas y no molestar al resto. Porque, aunque los revisores y los mossos no lo crean así, los universitarios somos civilizados.
Hoy me ha dado mucha pena entrar en la universidad, rodeada en plena hora punta de posiblemente unos 300 alumnos que buscaban salir, como yo, de la estación. Todos en cola, todos callados, esperando pacientemente el turno para demostrar que eramos cívicos, bajo la mirada desafiante de cuatro revisores y un segurata, y la distraída y triste de un perro con bozal. Todos doblegados ante un servicio que demagógicamente dice ser de la Generalitat. Los corderitos mansos que en plena época de escasez aceptan los precios desorbitados del transporte que les lleva ejercer su derecho a la educación tragan con pasividad las colas para poder entrar en clase y ser algo el día de mañana. Qué pena me ha dado vernos a todos en fila para fichar.
En fin, esta vez los peces no han querido morder al dueño del río, han preferido pasar incómodamente por el colador.
1 comentario:
Hace algún tiempo que voy leiendo tu blog y me gusta. Te animo a que continues! ;)
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